domingo, 1 de mayo de 2011

FRANÇOIS CHENG, CHINA CON ESTILO FRANCÉS.

Este mes los invitamos a conocer a un autor chino de nacimiento y francés por adopción: François Cheng. Nacido en China en 1929, se instaló de forma definitiva en París en 1949; adoptando la ciudadanía francesa y conviviendo armónicamente entre su intimidad maternal oriental y su presente de experiencias en el seno de la cultura occidental europea. Quizás, lo más sobresaliente de su obra narrativa sea la profunda simbiosis entre el material temático de su cultura natal y el armado formal que le ofreció su convivencia con los referentes literarios franceses. No sería errado encontrar una misma atmósfera de lectura entre su novela “La voz de Tianyi” (Ed. Losada) y “Rojo y Negro” de Stendhal. Cheng demoró en dedicarse a la narrativa, sus primeros trabajos estuvieron dedicados a la poesía y a la estética. Ejemplos de ello son “Cinco meditaciones sobre la belleza” (Ed. Siruela), “La escritura poética china” (Ed. Pre-textos) y “Vacío y Plenitud” (Ed. Siruela). 
De marcado carácter humanista, en su ensayística se encuentran los reflejos vivos de la influencia del pensamiento taoísta chino que busca en la Naturaleza y, fundamentalmente, en sus expresiones artísticas la forma ritual de reconocer el orden de la manifestación y adecuarse a ella mediante la sabiduría y  la contemplación presente. La siguiente cita de su libro "Cinco meditaciones sobre la belleza" es sugerente respecto a este punto:
"En estos tiempos de miserias omnipresentes, de violencias ciegas, de catástrofes naturales o ecológicas, hablar de la belleza puede parecer incongruente, inconveniente, incluso provocador. Casi un escándalo. Pero por esta misma razón, vemos que, en lo opuesto al mal, la belleza se sitúa efectivamente en la otra punta de una realidad a la cual debemos enfrentarnos. Estoy convencido  de que tenemos el deber urgente, y permanente, de examinar los dos misterios que constituyen los extremos del universo vivo: por un lado, el mal; por otro, la belleza.
El mal ya sabemos lo que es, sobre todo el que el hombre inflige al hombre. Debido a su inteligencia y a su libertad, cuando se sume en el odio y la crueldad, puede abrir abismos sin fondo, por así decirlo. Hay un misterio que atormenta nuestra conciencia, causándole una herida aparentemente incurable. La belleza también sabemos lo que es. No obstante, por poco que pensemos en ella, nos sentimos inevitablemente aturdidos por el asombro: el universo no tiene la obligación de ser bello, y sin embargo es bello. A la luz de este constatación, la belleza del mundo , pese a sus calamidades, también nos parece un enigma.
¿Qué significa la existencia de la belleza para nuestra existencia? Y frente al mal, ¿qué significa la frase de Dostoievski: "La belleza salvará al mundo"? El mal, la belleza, son los dos desafíos que debemos aceptar. No se nos escapa el hecho de que mal y belleza no sólo se sitúan en las antípodas, sino que también están a veces imbricados. Porque nada hay, ni la belleza siquiera, que el el mal no pueda convertir en instrumento de engaño, de dominación o de muerte. ¿Sigue siendo "bella" una belleza que no esté basada en el bien?".
François Cheng también es ampliamente reconocido por su carrera novelística, corta pero de excelente calidad (sólo tiene editadas dos novelas: "La voz de Tianyi" y "La eternidad no está de más"). Ganó el Gran Premio de la Francofonía de la Academia Francesa y el premio Fémina por su novela “La voz de Tianyi”. En 2002, fue el primer hombre de origen asiático en ser elegido miembro de la Académie Française. Su  trayectoria novelesca se continua con “La eternidad no está de más” (Ed. Losada). Una novela superior, donde todos los mátices de profundidad psicológica operan en torno al drama de un amor prohibido en tiempos de la dinastía Ming. De hecho, aunque en un primera lectura uno tendería a adjudicárselo a su influencia francesa, las brillantes descripciones de los dramas espirituales y sentimentales de los personajes vienen de esa dinastía, viajando a través de las voces de los autores de aquella época.

Cerramos esta recomendación con una pequeña y sugerente cita de esta novela: “Mujer, que has sido escarnecida por torpes deseos, que has buscado elevarte hasta la transparencia confiada y la frágil ligereza, comprendo tu nostalgia. Has llegado muy lejos; quizás demasiado para mí. Pero, creéme; sabré cómo seguirte, y tendré toda la paciencia necesaria. La eternidad no está de más, con tal de que yo me una a ti, seguro de que, paso a paso, te alcanzaré”. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario